Retrocedamos en el tiempo. Cuatro años. Octubre de 2007. Italia.
Quizá no sea recordado pero, durante mucho tiempo, he pensado en Enzo Rossi. Este gran empresario es el jefe de la fábrica de pasta La Campofilone, una empresa fundada en 1912. Un buen ejemplo de ética y profesionalidad.
En otoño de 2007 Enzo Rossi demostró que un empresario puede ser también una buena persona, honesto y no un explotador. Junto a su familia estuvo un mes viviendo con el sueldo de uno de sus empleados, 1000 euros. La sorpresa, para él, llegó cuando el día 20 ya no tenía nada de dinero para poder dar de comer a sus hijos. Al darse cuenta de la situación y entender a sus empleados, Enzo Rossi subió el salario de sus trabajadores 200 euros netos al mes. Renunció a ganar un poco menos con el fin de que los suyos se sintieran bien en la empresa. Verdaderamente él conoce la importancia de sentirse identificado con tu lugar de trabajo. Sus empleados están contentos con su salario, con su empresa, con su nueva familia, por lo que producen más y mejor.
Según la propia Web de La Campofilone de este modo crearon “un ambiente de trabajo donde el trabajador se siente tratado con respeto y con la importancia que merece” así no se ven obligados a luchar contra “las dificultades económicas de un vida ya demasiado difícil”.
Quizá parezca algo utópico pero es posible. Los empresarios, si conocieran o estudiaran algo de sociología de la empresa se darían cuenta de la importancia de tener a un equipo contento y satisfecho. En España es impensable que un empresario de algo. Estamos demasiado acostumbrados a trabajar más horas de lo debido por un sueldo ínfimo.
En época de crisis, de retroceso, de cambio y de pérdida para la clase obrera debería ser momento para imponer algunas reglas.
EL PAÍS
LA VOZ DE GALICIA
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