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| Fuente: Diario Montañés |
Hoy voy a contar una historia de amor y dependencia. Los protagonistas son Ángel Quintana, de 76 años, y su compañera Paquita, de 80. Ambos viven en la Residencia de Mayores La Pereda, emplazada en Santander. Como si de un cuento se tratara esta pareja tiene que luchar contra viento y marea (o contra decreto y cierre) para poder seguir juntos, todo ello a pesar de las artimañas de la malvada bruja (en este caso, la Consejera de Sanidad). ¿Cómo lo conseguirán? Pues con un motín.
Así es. Ángel ha decidido amotinarse en su habitación para evitar que le trasladen a otro centro de Laredo, a 50 kilómetros de Santander. Por lo visto la Consejera, María José Sáenz de Buruaga, cree que este edificio “no cumple con unos requisitos estructurales básicos y de funcionamiento” y no está preparada para atender a personas dependientes. Hasta ahí todo correcto, aunque tarde, pero ¿por qué no se han tenido en cuenta a los ancianos?
94 personas que residían en La Pereda, 43 de ellas dependientes, y que han sido informadas de la decisión del traspaso sin ser tenidas en cuenta, con prisa y sin previo aviso. Los ancianos serán destinados a dos nuevos Centros de Atención a la Dependencia de Cueto y Laredo. A Ángel le prometieron llevarle a Cueto, a solamente 3.5 kilómetros de Santander pero, a la hora de la verdad, ha sido transferido a Laredo. El motín le ha permitido quedarse con su amor aunque se ha arriesgado a perder la plaza por lo que su futuro aún es incierto.
Ahora queda saber qué va a hacer la Consejera con el edificio de La Pereda. Si en verdad se preocupa por los ancianos lo normal sería reformarlo y volver a aceptar entre sus muros a los 94 pacientes. Esperemos que no sea privatizado ni vendido y que, por fin, algún político haga algo bien para con sus ciudadanos.
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