El último país en demostrar algún indicio de libertad y democracia ha sido Francia. Ayer, a las 17.00 horas, la Asamblea Nacional aprobó, con 331 votos a favor y 225 en contra, el proyecto de ley sobre el matrimonio y la adopción entre personas del mismo sexo. Después de 136 horas y 46 minutos de debate, de protestas en las calles, de políticos que cambian de bando y de posturas radicales, el texto sale adelante convirtiendo a Francia en el noveno país europeo y el décimo cuarto país en el mundo que permite este tipo de uniones.
Las primeras bodas, gracias a la lenta burocracia, no podrán celebrarse antes de junio. Sin embargo, los opositores homófobos no se dan por vencidos y ya han convocado movilizaciones, como las lideradas por la “humorista” Frigide Barjot, mientras que el grupo Unión por un Movimiento Popular en la Asamblea pretende presentar un recurso ante el Tribunal Constitucional.
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