Ya hablábamos de algo parecido hace tres semanas cuando las plataformas HazteOir y Maslibres pidieron la retirada de Infierno del Teatro Español de Madrid. Una instantánea que forma parte de la obra Camerinos de Sergio Parra. La excusa es que esta fotografía era un “atentando contra los cristianos”.
Ahora la censura llega a ARCO no de la mano de la religión sino de la política. El artista Eugenio Merino está exponiendo en la feria de arte contemporáneo su obra Always Franco que representa al dictador en el interior de una máquina de refrescos. Jaime Alonso, el vicepresidente ejecutivo de la Fundación Francisco Franco, cree que esta escultura es "una ofensa que ninguna civilización moderna puede tolerar". Incluso desde esta organización planean llevar el litigio por vía penal ya que opinan que la obra agrede "el sentido de la estética y el arte". De nuevo esta Fundación olvida el sentido del arte, olvida que no es más que una interpretación y que no se puede coartar la imaginación de los artistas.